Hoy por la madrugada Juan se ausenta pero no se va, su talla es grande y aquí va a estar siempre. Hacía tiempo que el gobierno no honraba a un hijo de Morelos como sucede con Juan, y eso gratifica a
- Redacción

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Morelos ha forjado grandes hombres y mujeres, es una tierra prodiga, de nobles raíces, que a los oriundos y arraigados nos llena de orgullo. Un personaje grande es Juan Salgado Brito, niño, joven y adulto destacado, siempre en los primeros planos, permanentemente siendo referente de la vida pública en los últimos 55 años.

Hoy por la madrugada Juan se ausenta pero no se va, su talla es grande y aquí va a estar siempre. Hacía tiempo que el gobierno no honraba a un hijo de Morelos como sucede con Juan, y eso gratifica a su familia y a los que fuimos sus amigos. Lo conocí desde niño siempre con seis grados arriba, caminando a paso firme un camino pleno y de ejemplos, ese que alguna vez lo denominaron las modas de la vida y la política como “Cultura del Esfuerzo”.
Juan Salgado es mucho más que dos temas que se tocan a continuación, pero es en estos como tenemos en los recuerdos a un morelense de respeto y admiración. Así lo vi, escuché desde niño siempre de mis mayores y habrá oportunidad de compartirles acciones de vida ricas y con mucho sentido y sentimientos.
¡Aquí estamos mi Juan!

1.- 1948-49
Las cuatro esquinas que forman dos calles populares del centro de Cuernavaca, Zarco y Clavijero, vivieron una escena allá por enero-febrero de 1949, cuando una familia llegaba a la peluquería de don Beto Brito en la penúltima accesoria colindante con lo que ya era un abarrotado anexo del mercado “Benito Juárez”, instalado una cuadra adelante a la derecha, de la calle Clavijero.
Era una escena emocionante al reunirse la familia de don Juan Salgado Vázquez y doña Angelina Brito, entre niñitas y niños, destacaba uno, el más pequeño, en brazos de su mamá, que seguro ya caminaba pero bien cargado por la señora.
Don Beto Brito, habitaba el departamento arriba de la peluquería, con un bonito balcón café donde se asomaban sus hijas y un hijo de nombre Rogelio y Melania, de las mayorcitas. Esa propiedad era de doña María Abe, distinguida vecina del barrio de Zarco.
¿Por qué el preámbulo en este asunto? Es importante. En ese momento llegaba la familia Salgado Brito de Temimilcingo, municipio de Tlaltizapan, Morelos y justo esas escenas fraternales las vio una muchachita de casi 14 años, con dos razones poderosas:

El ayudante de don Beto era su pretendiente y este negocio con el de su mamá no tenía ni 12 metros uno del otro, una fonda cuya jefa principal era una robusta hija de la Revolución “que se plantó” y no se movió hasta que en 1964 trasladaron — ya con su hija al mando desde 1952– a todos al gran inmueble que hoy cumple 61 años, el mercado “Adolfo López Mateos”. Y un agregado, esa chamaca nació y estuvo dos días en Tlaltizapan, aunque criada y hecha en Cuernavaca, igual al que es el personaje central de este relato.
La otra: una declaración inusual que esta muchachita hizo, 37 años después cuando ese niño descalzo, ya político hecho y derecho, buscaba ser candidato a la presidencia municipal de Cuernavaca y había versiones que ponían duda a su oriundez. “Nació en Guerrero, no debe tener esa aspiración”.
En ese año, finales de 84 o inicios de 85, mi madre, Ángela “La Güera” Frikas me decía airada que Juan Salgado Brito llegó a Cuernavaca en los brazos de su mamá Angelina con los hermanos que eran y otros que nacieron en esta ciudad, como el destacado defensa central del Galeana Nicolás Salgado Brito, un durísimo futbolista que imponía mucho respeto en El Miraval. Para pronto: era guayabo-guayabo.
Y lo avaló Juan Jaramillo Ortiz, su marido, alumno y posterior auxiliar de don Beto Brito: “Así es, mi tocayo ni hablaba, estaba chiquito, años después me impresionó como orador, lo conozco desde siempre”.

-Hijo, quiero declarar en los periódicos lo que me consta: vi llegar entre el 48 y 49 a don Juan y doña Angelina con sus hijitos, y el chiquito, descalzo y en brazos es Juan. Y lo vi crecer a él y todos, y fuimos amigos de don Juan su padre que fue policía de respeto y buenos tratos y Angelina, una señora dedicada a sus hijos siempre.
Lo hizo en el diario “Opción de Morelos” del gran amigo y paisano Ricardo Sámano Ocampo, el bien recordado “Gancho”.
Cerramos este punto: Juan Salgado Brito es presidente de Cuernavaca y da mayor lustre a su historia. Ese niño creció e iniciaba en la búsqueda de una nueva meta: ser gobernador de su tierra y casi lo logra en mayo de 1998. Esa, como dicen los gringos, es otra historia, de siete días intensos, apasionantes que un servidor estuvo cerca del 11 de mayo al 18 del mismo mes y habrá oportunidad de manejar lo vivido.
El “cajista” Juan
En la avenida Morelos, a unos pasos del hospital civil y el entonces ayuntamiento, había una pequeña imprenta de prensa plana, que a los chamacos de principios de los sesenta ya y mientras existió, nos llamaba la atención. Era arte puro y con gran olor a tinta, en efecto era arte gráfico. Un letrero cortito revelaba su razón: El Informador”. Su director un querido profesor alguna vez presidente interino de Cuernavaca, don Modesto Reyes Ramírez, toda una institución.
Y el jovencito “cajista” era un esforzado Juan Salgado Brito, amigo de Héctor Reyes Buenrostro, hijo del profe Modesto y la vía para tener un quehacer. El, solo después del redactor, sabía que traían las notas de la edición dominical de “El Informador”.
Los chamacos amontonábamos el mostrador para ver cómo Juan en una caja de madera, con muchas barras delgadas de acero o aluminio, colocaba letras “de cabeza” con una regla corta que luego sabríamos era un tipometro que medía por Cuadratin las columnas del periódico.
Varias veces, tras la cáscara casi nocturna en “El Revu” pasábamos a dar lata a Juan en “El Informador”, creo entre 1961 a 1964. Siempre cordial, explicando sus quehaceres hoy artesanales y entonces el modelo del periodismo antes del offset y las rotativas. Era la transición del niño Juan a la promesa que poco después fue una realidad cuando en 1973 es diputado local.
¿Qué no hizo con su carrera Juan Salgado Brito?
¡Todo!
¡Como chingados te vas a ir!
Y te estaré recordando, porque sobran acciones y espacios.






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